lunes, 19 de julio de 2010

No más daño al oriente colombiano



Es incuestionable el daño que se ha originado para la economía nacional por las dificultades de las relaciones entre Colombia y Venezuela. Sin embargo, la región del país que ha resultado más perjudicada con este enfrentamiento, prolongado en forma absurda, es la de los departamentos de Santander y Norte de Santander.

Según el análisis estadístico realizado por la Cámara de Comercio de Bucaramanga, incluido en su Boletín No.52, en el período enero-mayo, 2009 vs. 2010, las exportaciones no tradicionales desde el departamento de Santander han mostrado un crecimiento negativo del 76,1 por ciento, y en el caso de las efectuadas a Venezuela, el comportamiento en este período igualmente denota un decrecimiento del orden del 97,4 por ciento. A su vez, el Boletín No.2 de la Cámara de Comercio de Cúcuta (junio de 2010), presenta que el monto total de las exportaciones de Norte de Santander a Venezuela, enero-abril, 2009 vs. 2010, arroja un comportamiento negativo del 81,93 por ciento. En el agregado nacional, en el mismo período, la disminución de las ventas con destino a este país reflejan una reducción del 71,54 por ciento.

Afirma la Cámara de Comercio de Bucaramanga: "la actividad exportadora de Santander continúa con signos preocupantes, producto de la disminución de las ventas hacia Venezuela. Hasta el momento la región no ha logrado diversificar sus exportaciones y tampoco mejorar en nuevos destinos, dejándola en uno de los decrecimientos más altos por departamentos en el país".

Las cifras aquí mencionadas no son otra cosa que el síntoma del punto muerto al que se ha llegado y son la manifestación de una cruda realidad que se refleja en el cierre de empresas y en la pérdida de un gran número de puestos de trabajo, todo en mayor perjuicio de la economía regional y del desarrollo social de este polo importante de la geografía nacional. Los indiscutibles efectos nocivos que derivan para la región oriental de nuestro país, del congelamiento de las operaciones comerciales entre Colombia y Venezuela, imponen aceptar que no pueden darse más largas a la solución de esta situación. Para fortuna de los empresarios y trabajadores afectados, en su discurso del 20 de junio, el presidente Santos expresó: "la diplomacia y el respeto serán el eje de nuestras relaciones internacionales", y agregó: "aspiro a trabajar de la mano con los países vecinos para desarrollar una agenda conjunta de cooperación en todos los frentes".

El camino del mejoramiento de las relaciones con los países vecinos por la vía del diálogo se impone ante la gravedad de las consecuencias económicas y sociales que se han derivado de este absurdo enfrentamiento entre pueblos hermanos por cuenta del capricho de sus gobernantes. Flaco favor hace el Gobierno saliente al asumir, a pocos días de la instalación de la nueva Administración nacional, la posición de francotirador contra la nueva política exterior del Gobierno de la Unidad Nacional.

Para el bien del oriente colombiano y de todo el país, resulta más que prudente, dejar avanzar el carro del nuevo Gobierno sin poner palos en sus ruedas, para que por el sendero de la generación de un ambiente de confianza con los vecinos, se puedan llegar a concretar canales efectivos de cooperación real que permitan no sólo normalizar las transacciones de bienes y servicios, sino restablecer la colaboración en otros frentes de interés común, como son la lucha contra el terrorismo, el contrabando y el narcotráfico. Estamos de seguros que si llegan a materializarse las buenas intenciones del nuevo Presidente de todos los colombianos, cesará el daño al país y, en especial, a los santanderes.


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