domingo, 29 de agosto de 2010

Capital versus trabajo


El ex ministro Alberto Carrasquilla, quien pasó del Ministerio de Hacienda a asesor del principal banquero del país, ha presentado una propuesta cambiaria cuya particular “virtud” es abrir una nueva y lucrativa oportunidad de negocios al sistema financiero.

Su propuesta, enmarcada en el viejo anhelo de este economista de destruir la moneda nacional, consiste en dolarizar la obligación laboral de empresas cuyos ingresos provengan al menos en un 80% de las exportaciones y cumplan otros requisitos. Para dicho propósito plantea crear un fideicomiso cuyo capital semilla sería aportado por el gobierno, y cuya función sería garantizar la conversión cambiaria de dichos gastos laborales a una tasa de cambio previamente definida. En términos prácticos concluye Carrasquilla,“ Nada impide, de otra parte, que la administración fiduciaria escogida para hacer operativo el esquema mes tras mes busque en el mercado financiero mecanismos de cobertura que minimicen el impacto potencial de la medida sobre el bolsillo de los contribuyentes”. He ahí su verdadera naturaleza distributiva: crear nuevos nichos de negocios al capital financiero. Es, en esencia, el mismo remedio a la revaluación aplicado durante su ministerio; subsidios a sectores escogidos discrecionalmente y otorgados mediante la figura de incentivos de cobertura cambiaria, productos que por supuesto generaban rentas al sector financiero.

Carrasquilla hoy justifica su propuesta reconociendo los graves perjuicios derivados de la revaluación sobre el empleo, dos fenómenos sobre los cuales pretende eximirse de responsabilidad; “huracanes cambiarios” cuando era ministro y fenómenos exógenos actuales han sido según él los causantes de la revaluación. Pero ellos no explican “el triste privilegio de tener una de las tasas de cambio más volátiles del mundo” (José Antonio Ocampo), así como una de las monedas más sobrevaluada. Y hoy como ayer, lejos de proponer políticas conducentes a una tasa de cambio competitiva y estable que estimule la producción y el empleo nacional, tanto en exportaciones como en sectores que compiten con las importaciones, su propuesta se orienta a compensar daños causados por la revaluación mediante subsidios, dirigidos únicamente a determinadas empresas exportadoras, cuyos costos fiscales son mayores y cuya instrumentación favorece al sector financiero; es fácil deducir que el esquema beneficiaría principalmente a transnacionales mineras, de hidrocarburos y de palma.

Esta propuesta se enmarca en el proyecto redistributivo a favor de los grandes capitales y en contra de los intereses de los colombianos en el que Carrasquilla fue actor de primera línea bajo el mandato Uribe. La mayor concentración del ingreso y el empobrecimiento de Colombia frente al exterior, -como lo revela el agudo deterioro de la “posición de inversión internacional neta”-, así como el vergonzoso segundo lugar en desempleo en América Latina aún en la coyuntura de los mejores términos de intercambio de los últimos cincuenta años, están estrechamente vinculados a sus ejecutorias.

Generosas dádivas tributarias favorecieron la sustitución de capital por trabajo, un alto desempleo y la reducción de la participación de las rentas del trabajo en el PIB. A más de 10 billones de pesos ascendió el solo beneficio otorgado por la compra de activos; sumado a otras dádivas el sacrificio en el impuesto de renta, según Horacio Ayala, ascendió a “la friolera de 26 billones de pesos” entre 2004-2008, “sin contar los ingresos no constitutivos de renta, cuyo efecto también es enorme”. Este exorbitante sacrificio fiscal tampoco contempla la eliminación del impuesto a las remesas de utilidades de la inversión extranjera, la cual significó pérdidas de ingresos fiscales de 2,6 billones de pesos, entre 2007 y junio de 2010 (convirtiendo el 7% de la utilidades remitidas en el período según la balanza de pagos -BDP- a la tasa promedio de cada período). Y mientras tanto inmensas necesidades de los colombianos, entre ellas las de la población desplazada, se ignoraban y la salud se hundía en una crisis sin precedentes.
Tan espléndidas han sido las reformas tributarias con las multinacionales, que “Según cifras de la Cepal y Naciones Unidas, Colombia es el país latinoamericano que menos recauda con relación al PIB, por explotación de recursos no renovables”, dice Ayala. Con razón el actual gobierno proyecta corregir algunas de estas iniquidades mediante reducción de exenciones a las empresas mineras.

La relación las utilidades y dividendos de la inversión extranjera e ingresos tributarios del gobierno central revela la dimensión del daño distributivo en contra de los colombianos y el favoritismo de dichas políticas hacia la inversión extranjera. En sólo seis años, de 2002 a 2008, esta razón se triplicó pasando de representar dichas utilidades el 9,9% al 27% de los ingresos tributarios y el 25% en 2009. Este colosal aumento está afectado tanto por las pérdidas de ingresos fiscales referida, como por un proceso de enajenación de valiosísimo patrimonio público liderado por Carrasquilla en casos como el de Ecopetrol, Telecom y muchos otros que llenaron las arcas de inversionista extranjeros privando a Colombia de futuras fuentes de financiamiento propio. Igualmente explican el estropicio distributivo inauditos contratos y renegociaciones de regalías y dádivas concedidas por el gobierno Uribe a transnacionales hasta el fin de su gobierno, como lo ilustra por ejemplo una noticia de Norbey Quevedo sobre recientes actuaciones de Ingeominas respecto a las regalía de Drummond y Cerro Matoso. (EL Espectador 19/8/2010)

¿Pero que importancia pueden tener estos resultados, si “el salario mínimo en Colombia es un chiste ridículamente alto” según Carrasquilla? Estos sobrarán para pagar, además de los generosos regalos otorgados bajo su ministerio, los incrementos de 60% en la deuda pública externa y de más de 100% en la interna ocurridos bajo el gobierno Uribe. Naturalmente salarios mínimos tan “ridículamente altos” también deberían financiar las futuras iniciativas de traspasos de rentas públicas a los selectivos conceptos “técnicos” del exministro. En lugar de recuperar el manejo de la tasa de cambio en beneficio de la economía, la propuesta de Carrasquilla perfeccionará los vergonzoso indicadores sociales y económicos dejados por el mandato ilegítimo, aumentando un poco mas las rentas de banqueros y de multinacionales mediante transferencias de recursos fiscales, mientras la revaluación del peso y sus efectos negativos sobre el empleo y la economía persisten.


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