
Las inversiones de 49 mil millones de dólares en los próximos cinco años, en sectores como minas y energía, convertirán a Colombia en una economía minera. Así lo señala el economista del Bancolombia, Juan Sebastián Vega, quien en un detallado análisis señala que los recursos se emplearán para proyectos de exploración, explotación y expansión en el área de combustibles, minerales y metales.
Indica Vega que esta iniciativa no solo se debe al objetivo del Gobierno de fortalecer el sector a nivel internacional, sino también a la coyuntura favorable de los precios de los commodities en los mercados externos y a la recuperación de la confianza inversionista.
Destaca el estudio que “esta estrategia acarrearía la transformación del aparato productivo de la economía en el mediano y largo plazo”.
Señala el economista que entre los aspectos, que explican el inusual crecimiento del sector petrolero y minero en Colombia, se encuentran las altas cotizaciones del petróleo, el oro, la plata y el carbón. A pesar de la fuerte caída que sufrieron los precios de las materias primas a finales de 2008 debido a la crisis financiera internacional, a partir de 2009 volvieron a retomar su tendencia alcista.
Otro factor fundamental, acota Juan Sebastián Vega, es la mejora en el clima de inversión y en la percepción externa sobre el desempeño macroeconómico del país.
Algunos planes y medidas promovidas desde el Gobierno -como la política de Seguridad Democrática- los acuerdos de estabilidad jurídica y los beneficios y estímulos a la Inversión Extranjera Directa (IED) han facilitado la llegada de empresas de talla mundial con capitales importantes para inversiones de largo plazo en el sector.
Otros elementos son las políticas para el desarrollo del sector minero, emprendidas por el Ministerio de Minas y Energía, las cuales buscan, entre otras cosas, posicionar a Colombia como un destino atractivo para inversión en este tipo de actividades, fortalecer su institucionalidad, y mejorar su productividad y competitividad. Ejemplo de ello son las reformas al Código minero, lo cual permitiría hacer menos engorrosos los procesos de licitación para la exploración y explotación de áreas de interés.
Según datos de la Balanza Cambiaria, suministrados por el Banco de la República, con corte al 24 de diciembre de 2009, al país ingresaron flujos de IED por cerca de 6.750 millones de dólares, de los cuales el 99,5 por ciento está dirigido al sector de petróleo, hidrocarburos y minería. Si bien la cifra total de la IED registra una caída de 20,2 por ciento frente a igual periodo del año anterior, las inversiones que han llegado al sector petrolero y de minería han aumentado un 15 por ciento y han alcanzado un máximo histórico.
Un aspecto crítico que permite evaluar la incidencia del sector de hidrocarburos y minería dentro de la economía, es su participación dentro del PIB. De acuerdo con las cifras del Dane, en los últimos cinco años se ha producido un fuerte repunte del producto minero; tan solo el PIB, generado por la explotación de minas y canteras, creció a un ritmo anual del 8,8 por ciento en el tercer trimestre de 2009, en tanto que los sectores agropecuario e industrial presentaron respectivos crecimientos del 2 por ciento y -5,8 por ciento.
Si bien es cierto que la participación del sector en el PIB ha venido ganando terreno en los últimos seis años, todavía es inferior a los niveles observados al inicio de la anterior década. Mientras que en 2000, el peso del sector era de alrededor del 6,5 por ciento del PIB, en el 2009 esta actividad participó apenas con el 5,3 por ciento. En materia laboral, las personas empleadas en el sector representan el 1.05 por ciento del total de la población ocupada a nivel nacional a octubre de 2009, dato inferior a los registros de los últimos meses de 2008 (1,45 por ciento) y 2007 (1,36 por ciento).
Lo anterior indicaría que la economía colombiana no estaría transformándose hacia una fundamentada en la extracción de productos mineros. Sin embargo, los efectos sobre la actividad económica de los nuevos proyectos exploratorios y de expansión sólo se verán en el mediano y largo plazo, pues los procesos propios de la actividad minera y petrolera pueden tardar varios años desde el momento de iniciar la exploración y estudio de suelos hasta la explotación y su posterior comercialización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario